Cortar y peinar

El pelo sujeto en una cola de caballo, aletea, agoniza, galopa en el aire. Definitivamente indócil. La peluquera mete maquinilla y como un monje veo la vida pasar. Mi lengua entre los dos agujeros del enchufe. Calambrazo y abrazo de madre. Todo por igual. Duele y gusta a partes iguales. Mi muñeca ha quedado atrapada en el radiador. Es mi favorita. Un guiñol de mi padre construido por sus manos en mitad del salón cae como un estruendo en el salón. Ya no hay tres habitaciones. Ahora dos y salón-comedor. Reformas y un río que pasa cerca. Vuelvo a mirar. Y me gustaría flotar. Mi padre me alborota mi pelo. Alcohol de heridas y medicinas. Olor a farmacia. Salto en la cama y revuelto de pelo como una pelusa que se desliza en la cabeza con vida propia. Cabás amarillo de amasijo de hierro. Nuevo colegio, nuevas coletas. Otra casa. Otro lugar.

Cortar y peinar.

Escuchar los cuentos de mi abuela mientras ella desmadeja una lana desmadejada y sonrío porque la vida es larga. No tiene final. Calle Mayor, hora intemperie. Me asomo a la ventana y veo un coche de ambulancia. El silencio de la calle se ha comido el asfalto. Mi tía abuela vive enfrente. Mi abuela y ella son cuñadas. Hablan de la guerra. A mi abuela no le gusta recordar. Dos días detenidas y prefieren olvidar. Su hijo es médico. Todo suena a metal hueco. De nuevo policías se arremolinan en el portal 73. Estoy viviendo una ventana indiscreta y nadie me cree. Sigo mirando sin mirar. Mi nariz se apoya en el alféizar. Frío helador. Da miedo. Mucho miedo mirar. Camilla envuelta en papel de plata. Un celofán. Solo unas horas y mi tío trae periódico. Vuelo a sucesos. El aire de las páginas levanta mi flequillo y va de un lado a otro como una cortina que está por cerrar. J. A. L ha asesinado a la recepcionista del hotel. Plancha y ahorcamiento. No sé qué es esto último. Leo corbata. Abro el armario de mi tío. Diez corbatas y una verde de hilo. Mi tío me coloca, me la anuda al cuello. Me siento mayor. Y lo más importante juego a ser mayor.

Cortar y peinar.

Días después han encontrado al tipo buscado. En un tren. No recuerdo la ciudad. Quizá Francia, aunque ya voy sabiendo que algunos países no son ciudades. Polizón. 20.30. Policías golpean el baño. Cazador cazado.  

Cortar y peinar.

Odio a mi padre, hace llorar a mi madre. Y eso que ya no está. Dicen que se fue al cielo. Cuánto le odio, tiene cara de mono.

Cortar y peinar.

Ahora que si tengo hepatitis B. Dos religiosas de mi colegio se acercan a verme. Me miran de lejos. No les voy a pegar nada. Deben ser amables, pero yo no quiero que vengan, quiero ir. No me gusta que vengan cuando yo quiero ir.

Cortar y peinar.

Rebeldía preadolescente revuelta en pelo de camomila. Quiero ser otra. Y soy la misma. Siempre he querido ser otra. Otra a quien peinar. Pero soy la misma.

Cortar y peinar.

Adolescencia en sotanillo. Rímel, pintalabios y besos envueltos en desganas.

Cortar y peinar.

La tenue luz envuelta en desidia corretea por el salón. Juego con ella y mi ojo. Ella es más rápida, no quiere cruzarse con mi ojo derecho. Siento que si me da la luz mis calcetines caerán y seré la que siempre quise ser.

Cortar y peinar.

Toda la vida peinando y sin grado de profesionalidad. Las amateur siempre juegan con la inconsciencia.

Cortar y peinar.

Sillas vacías. Nos abandonan. Odio el abandono. Eso quiere decir que no me quieren. El primer amor también me abandona. ¿Seré yo?

Cortar y peinar.

Daguerrotipo, mi padre sonríe. Me coge de las axilas y me vuelve a sonreír. Parece que me quiere. Pero yo le odio. Estoy perdida porque él se perdió.

Cortar y peinar.

Discusiones con mi madre, portazos, abrazos, ganas, cines, compras, vida, viajes risas. Si ella lo amó yo también lo amaré. Pero no me sale. No puedo forzar.

Cortar y peinar.

Me duele la muñeca, hoy he realizado mi primer trenza. Es sumamente indócil. El pelo aletea como un pez sin branquia.

Cortar y peinar.

Amor de madre, pasión, caricias, suavidad de cara, escaras, cerveza sin alcohol. Besos y más besos. Y la vida se va yendo. Yo no lo sé, pero ella lo sabe. Nos amamos como siamesas que ya no arañan.

Cortar y peinar.

Estoy en la ventana. En el alféizar frío. Ya no hago trenzas. Ahora miro al cielo. Me gusta ver las miríadas de ave que buscan su sito. Yo también busco el mío. Ella no está.

Él tampoco. Me siento en la ventana. Inquietud. Poso mi barbilla de nuevo en el alféizar. Siempre frío. Con mis manos me hago una trenza doble de raíz. Divido el pelo en tres secciones. La vida está hecha de secciones. Y aprieto con todas mis fuerzas. No quiero perder mi raíz.

Cortar y peinar.