Fábula del tonto y el sabio

Los tiempos de crisis sacan lo mejor y lo peor de nosotros, es momento de reflexión, de distinguir entre lo fundamental y lo secundario. «Crisis» viene, a través del latín, del griego «krineo», que significa ‘separar’, ‘decidir’. De ahí derivan también «crítica», «criterio», «discernimiento». Eso para los cultos, para la gente de la calle hay otra palabra que arranca de la misma etimología y en esencia significa lo mismo, que es «cribar», ‘separar lo esencial de lo accesorio’.

Ante el envite del Coronavirus temblamos todos, desde el emperador hasta el esclavo y necesitamos alguien que nos dé confianza, alguien que nos dé luz y criterio en el pensar. Por eso, todo el mundo a callar cuando habla el doctor Fernando Simón, que es el que sabe del tema. Con su atuendo de sabio de laboratorio, su mirada serena, sus cejas rimbombantes y esa voz tonal de terciopelo rasgado reparte lecciones de sabiduría y sensatez. Y como es el que es competente, los demás escuchan y obedecen. Hasta los políticos tuercen su cuello altivo, que ya es difícil, y callan, que es un milagro. Por contraste con la comedia de la politiquería más barata y con mentes enclenques que presenciamos a diario, el criterio del sabio ha generado respeto y consenso. Porque es alguien de quien fiarse. Y así uno se pregunta cuándo llegará el día que nos gobiernen los mejores, los sabios,  los senior de la experiencia.

Distinto, muy distinto de cuando se manifestaba en Madrid el colectivo de médicos y los políticos se reían. Daba respeto y zozobra ver a médicos próximos a la jubilación manifestándose con su bata blanca por las calles como si fueran adolescentes  para decirnos a todos que estaban privatizando hospitales, que estaban externalizando laboratorios, que estaban recortando los presupuestos de Sanidad. Esperanza Aguirre, con banderitas por todos los sitios y hasta en el collar de su perro Pecas, clamaba que lo hacía por amor España. Le acompañaban en tal gallinero el coro patrio de sus adláteres, que han resultado la mayoría corruptos y mafiosos que estaban expoliando el tesoro público con la Gürtel, Púnica, Lezo, Espías, Ciudad de la Justicia, espionaje de cloacas. Todo viene de un Tamayazo que se saltó a la torera toda ética y en las siguientes votaciones se lo premiaron con los votos aupándola legalmente al poder. Si esos tejemanejes se habían permitido, se carcajeaban, por qué no les iban a dejar hacer lo que quisieran. Así vino lo que vino detrás.  Se llevaron los presupuestos y ahora parece que no nos queremos acordar de que de aquellos polvos vienen estos lodos, de que los tontos y ladrones suplantaron a los sabios en la plaza de la discusión pública. Pero no aprendemos.

Cuándo llegará el día en que de Medicina hablen los médicos; de Educación, los profesores; de Economía, lo economistas. Y cuándo veremos, esto sí que es soñar, que en política esté la gente más preparada y con competencia demostrada y no tanto cantamañanas. Hoy día la voz del político vacuo, ególatra e ignorante ha ocultado y suplantado la verdad del competente, la luz de la sabiduría. Y así nos va.

Es la ignorancia prepotente vapuleando al sabio, al que tiene ideas, al que nos hace pensar. Sí, es el borrico que se reía del canario porque no sabía rebuznar como él. Y así nos va. Una nueva fábula.