La gran ciudad

La gran ciudad nos vigila traviesa por los ventanales. Es casi de noche, la misma noche que ya embadurna los coches, los edificios, los estanques y los parques. Yo he quedado por fin con Sabrina después de varios días de tonteos e indirectas. Y Sabrina ha quedado al final conmigo después de varias noches de ruegos y promesas.

Me encanta todo lo que pones en Facebook dice ella.

Me encanta todo lo que pones en Facebook respondo algo azorado, pero sobre todo feliz y orgulloso de mí mismo.

Sabrina y yo continuamos. Estamos en el bar de una amiga y bajo nuestras cabezas esperan y vigilan dos cócteles espumosos. Hemos pedido los más caros y los más exóticos.

La verdad es que no imaginé lo fácil que sería quedar y cenar contigo.

Ni yo tampoco.

Es mentira. No ha sido fácil. Pero seguimos. El engaño es un juego. La seducción se nutre del engaño consentido.

Eres un provocador. Un idealista.

Y tú una gamberra.

Y tú un gamberro. Un cuchi cuchi. Un sátrapa.

Y tú una locuela. Una iconoclasta. Una punki.

Elogios que exponen una relativa cultura para presumir en fiestas y diálogos, entre copas y cañas. Los ojos de Sabrina son pequeños, pero brillan como las luces de los semáforos.

Me siento una chica muy afortunada. Además eres escritor, periodista, guionista de cine… ¿qué más?

También he sido editor y agente de prensa.

¡Cómo molas, Pablo! Deberías decírtelo a ti mismo más veces. Molas mucho. ¿Cómo se puede molar tanto?

Tú sí que molas, Sabrina. Y yo también admiro todo lo que haces. Me encantan las personas creativas. Y tú eres estilista, diseñas tu propia ropa, actúas, escribes, das clases, diriges cortos y todavía tienes tiempo de poner copas para ser más independiente.

Bueno, siempre he sido una chica rebelde e independiente. La independencia mola.

Es verdad, la independencia mola. Te hace ser libre. Es lo más.

Es verdad, es lo más. Lo más de lo más.

Oye, una cosa… ¿Me vas a invitar tú a estas copas? Es que no tengo suelto ahora y no quiero dar un billete grande. 

No.

La cara de Sabrina se amusga y sus ojos pierden por un momento aquel brillo efervescente.

¿No? ¿Qué pasa?

Es que… pensaba decírtelo… pero no tengo dinero.

¿En serio? ¿Pero con todas las cosas que haces?

Bueno, estoy un poco achuchado últimamente –me disculpo rezongando, bajando la cabeza.

¿Y el dinero de la agencia? ¿Y el de la editorial?

Mi agencia quebró hace tres años y la editorial en la que trabajé como becario hace seis.

Vaya, lo siento mucho. Pero no paras de hacer pelis. ¡Eres la persona más activa que conozco!

En los últimos años he escrito cinco pelis y dirigido dos. Y habré ganado unos cincuenta euros. Pero también hay una parte buena.

¿En serio? ¿Cuál?

Que no he perdido dinero.

¿Y eso es bueno? Es lo mismo que no si no hubieras hecho nada.

Bueno, sí.

Pero si van al cine, están en Canal Plus y en Filmin.

Lo de Canal Plus solo te vale, como mucho, para pagar la inversión. 

¿Y Filmin?

Eso me puede dar, como mucho, dos euros cada cinco años.

Joder. ¡Pero si escribes en mil sitios guays!

La mayoría gratis. Y los que pagan te dan, como mucho, 40 euros por un artículo de 4 páginas que tardas por lo menos dos días en hacer.

¿Y los libros?

Los libros no dan dinero. Ya cuesta mucho que los saquen sin cobrarte.

Vaya. Entonces estás cobrando… ¿como mucho cien euros al mes?

Ya me gustaría. Soy autónomo.

Lo entiendo.

Por eso espero que no te importe que me pagues esta copa. Tú al menos estás forrada.

Bueno, tampoco es exactamente así…

Había oído que en el estilismo se gana mucho dinero.

Bueno, para las pelis y los cortos lo hago gratis. Ya sabes, tienes que hacerlo para que suene tu nombre. 

¿Y cuánto llevas haciéndolo?

Desde 2009.

¿Pero las revistas te pagarán, no?

La última vez que me llamaron fue hace dos años. Y sigo esperando cobrar la factura. Les escribo todos días.

¿Y las clases?

Doy clases de italiano cuando me llaman para hacer una sustitución. Estoy apuntada a una bolsa de trabajo. No me han llamado nunca. Y espero que no me llamen porque, si te digo la verdad, ya he olvidado todo el italiano que sabía. 

¿Y tu línea de ropa?

Eso es más bien un proyecto. Pero tengo un cuaderno en el que, de vez en cuando, dibujo cosas.

¿Y los cortos?

Hice uno el año pasado, pero no lo presenté a ningún sitio porque tenía música de Belle and Sebastian. No sabía que había que pagar derechos.

Bueno, si actúas de vez en cuando te llamarán…

Tengo un microteatro y con suerte me da para una caña cada tres meses.

–¿Y escribir?

En Facebook, en mi blog y en el fanzine de una amiga.

Claro, así no me extraña que tengas que poner copas.

Tampoco es exactamente así. Trabajo en el bar de un amigo. Que el pobre está tan tieso como yo. Se lo hago como un favor. Bueno, de vez en cuando me invita a tomar algo.

Entonces estás ganando… ¿como unos veinte euros al mes?

Ya me gustaría. Soy autónoma. 

Claro.

Pero esto es raro, tío. Tenemos treinta y largos los dos.

Ya.

Y no sé. Estamos en un bar pijo, llevamos ropa de marca, tenemos Netflix, nos pasamos el día viendo series y yendo a eventos…

Ya lo sé. Me imagino que es lo malo de estar en un país en crisis.

No, es peor. Estamos en un país en crisis y no nos comportamos como si estuviéramos en crisis.

Ya, pero no se lo digas a nadie, por favor. 

Ni tú tampoco. Ni se te ocurra.

Es importante que mis amigos sigan pensando que estoy forrada y que me va de puta madre.

Te entiendo. A mí también me pasa lo mismo. ¿Y quién te mantiene, entonces?

¿Quieres saberlo de verdad? Mis padres. 

Ya. A mí también. Y los pobres tienen setenta años y están jubilados.

Los míos igual. 

Joder, qué pena damos.

Ya.

La verdad es que pensaba que a partir de hoy me mantuvieras tú.

Yo pensaba lo mismo de ti.

Mierda.

Bueno, supongo que ahora no te apetece ni follar, ¿verdad?

No. Además es un lío. Vivo con quince personas. No se lo digas a nadie, por favor.

–Yo con mis padres. Y a partir del mes que viene, en un albergue.

Joder, qué putada.

¿Qué hacemos con las copas?

A medias.

No tengo dinero ni para eso.

Pues hacemos un simpa. Oye, espero que no te cabree que no te vuelva a llamar. Me van a cortar el teléfono. Pero quiero que sepas que sigo pensando que molas un montón.

Ya. Y tú también. Tú también molas muchísimo.

Un beso, hasta luego.

Adiós. Ya nos escribimos. Bueno, si no me cortan la luz porque estoy esperando que…

Déjalo.