Perros

Todo sucedió muy deprisa. En televisión dijeron que no había nada de qué preocuparse y unas horas después habíamos perdido la guerra.

Llegaron sin avisar, en mitad de un estallido de luz. Algunos pensaron que se trataba del fin del mundo, del Apocalipsis de la Biblia, y los esperaron de rodillas con una oración en los labios. Fueron los primeros en morir.

Al resto, a los que no nos resistimos, nos esperó una vida de esclavitud.

En las películas de ciencia ficción, las invasiones extraterrestres tenían motivos de conquista. Nos imaginábamos a nosotros mismos subyugados por una raza superior en tecnología e intelecto. Qué inocentes éramos…

Mi estado actual es el de mera mascota. Suelo permanecer encerrado en una sala de paredes blancas, desnudo, solo. Tengo que cagar en un cubo y como alimento me sirven una especie de papilla verdosa. Un collar de hierro es mi única posesión. De vez en cuando aparece mi carcelero. Es una esfera de luz blanca que flota en el aire. A veces se acerca a mí y siento la electricidad estática recorriendo todo mi pellejo.

Con el tiempo he aprendido el extraño sistema de comunicación de esos seres. En realidad es bastante sencillo. Si la esfera cambia a luz verde, no hay nada que temer. Si está de color rojo, escóndete donde puedas.

En ocasiones salimos al exterior, a las ruinas de nuestra civilización. Una fina línea lumínica me ata a mi secuestrador, dándome una libertad de apenas unos cuantos metros. A veces nos encontramos con otros seres humanos, todos en la misma situación que yo. El otro día nos cruzamos con el presidente, aquel elegante hombre trajeado que nos aseguró que no teníamos nada que temer. Al muy imbécil lo habían castrado.

Gracias a estos paseos he llegado a la conclusión de que nos han separado por razas e idiomas. Los obesos por un lado, los deportistas por otro, mujeres lejos de los hombres.

Observo mi pene con lástima. La única vez que intenté masturbarme apareció la esfera roja y casi muero electrocutado. Entendí el castigo, entendí por qué conservo mi aparato sexual.

Hoy han traído a una chica. Es una niña, apenas quince años. Está tan desnuda como yo. Se agazapa en una esquina, asustada, gritando en un idioma que no comprendo. Al contrario que ella, he aceptado mi nuevo status y aprecio mis privilegios. Sé que debo aparearme con ella. Será brutal y doloroso, pero es lo que esperan de mí.

Mientras copulamos, aparecen varias esferas que contemplan el espectáculo. En esta ocasión, todas tienen una luz azulada. Me pregunto qué significará.