Soledad

Siempre me ha gustado pelear en inferioridad, 

alistarme en ejércitos maltrechos, 

hacer frente a enemigos formidables…

supongo que podría seguir los desinteresados consejos 

de mis numerosos consejeros delegados 

y escoger otra debilidad.

Olvidarme de batallas perdidas, 

ponerme detrás de una mesa 

y aprender a sonreír 

desganadamente 

mientras vendo empréstitos a jubilados 

y les saco brillo a los zapatos de mis jefes 

cinco días por semana. 

Supongo que podría retractarme, 

cambiar de rumbo 

y dejarme llevar por la corriente, 

atarme la conciencia a un bloque de hormigón 

y arrojarla por la borda, 

supongo que podría claudicar, 

dar mi brazo a torcer 

y pasarme al bando de los que van por la vida 

con la cabeza bien alta. 

Pero no es fácil ser alguien de provecho. 

No es fácil ser un hombre hecho y derecho. 

Hay que tenerlos bien puestos. 

Hace falta mucho valor para ser un cobarde.